
Todo importa en el arte, menos el asunto. Oscar Wilde


LAS HISTORIAS CONVENCIONALES del arte están llenas de mitos y silencios. Para su cortejo de genios, estilos triunfantes y visiones mágicas, la historia oficial se funda en omisiones, de las cuales tal vez la más flagrante es la de los modos de enseñanza. Sería impensable que la historia del arte obvie la revisión de los mecanismos a través de los cuales se configuran sus cánones; sin embargo, es así y eso significa cercenar un aspecto esencial para la comprensión del proyecto político de las artes en épocas y lugares determinados.
A falta de estudios más detallados y por limitación del espacio, el panorama que trazaremos se hará desde los acontecimientos de Bogotá; no obstante, y sin negar variantes regionales, en sus líneas recoge condiciones generales del país.
La historia de la enseñanza del arte en Colombia en el siglo XX es una sola y permanente lucha con el canon decimonónico y su corolario: el modelo academicista, que solo fue puesto estructuralmente en cuestión al final de siglo, sin que podamos decir hoy que haya sido superado. Ahora bien, si el siglo XX es subsidiario a tal punto del siglo XIX, debemos iniciar con una síntesis de los problemas que este le heredó.